
Para mi, la estrategia adoptada desde hace años por los sucesivos gobiernos españoles para luchar contra el terrorismo de ETA está
equivocada. Porque la persecución de organizaciones más o menos pro ETA pero que no están involucradas en forma directa con la organización deja afuera del debate público a un importante sector de la comunidad vasca.
Cerradas las puertas de la democracia, se abren las
ventanas de la violencia.
Hace tiempo que quiero escribir sobre esto, pero nunca me hago con el tiempo necesario. Involucra a algunas de las
cuestiones más complejas que deben afrontar las democracias post 11/9: discurso promotor de la violencia, partidos antisistema, tolerancia y límites al disenso, etcétera.
Pero es algo que habría que analizar con profundidad, ya que
hay un reclamo posible de parte de los sectores vascos independentistas perseguidos por el Gobierno español. De ello da prueba la
decisión del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos de aceptar revisar el caso en relación a la supuesta violación de la libertad de expresión y del derecho a la libre asociación.
Esperamos ansiosos la
sentencia de Estrasburgo.