Me encanta la política del distrito único. No digo que se buena, mala, mejor o peor que la representación proporcional. Tiene diez mil y un problemas graves, que se resuelven con leyes de una complejidad increible que --al verlas desde afuera- hasta parecen ilógicas, contradictorias. La palabra que las define, sin embargo, es hipócritas, particularmente en EEUU. Algún día se podría escribir sobre eso. Pero me encanta el vínculo fuerte entre representante y representado, la necesidad de satisfacer a una constituency que no es cien por ciento el jefe del partido. Inglaterra tiene un sistema político de distrito único, sumamente problemático, viejo, antiguo. Pero está buena la pelea que se está dando ahí.
Si hubiera nacido en --no se- Lancashire, en lugar de Buenos Aires, ayer hubiera votado Labour. A pesar de Blair y su champagne (o cocaine) socialism. A pesar de su guerra de Iraq. A pesar de todo eso. Porque, en el fondo, es el único partido del Reino Unido al que le importa la working class, que sigue roja, a pesar de todo. Los Liberal Democrats, que tienen alguna que otra queja legítima, no dan la talla. Y ayer se vio. Si estudiaste en Eaton o equivalente, flaco, sos parte de la clase dominante. Que esa definición sea tan tajante y clara en la sociedad británica es lo que me gusta del Labour. Por casa es otra la historia.
Si hubiera nacido en --no se- Lancashire, en lugar de Buenos Aires, ayer hubiera votado Labour. A pesar de Blair y su champagne (o cocaine) socialism. A pesar de su guerra de Iraq. A pesar de todo eso. Porque, en el fondo, es el único partido del Reino Unido al que le importa la working class, que sigue roja, a pesar de todo. Los Liberal Democrats, que tienen alguna que otra queja legítima, no dan la talla. Y ayer se vio. Si estudiaste en Eaton o equivalente, flaco, sos parte de la clase dominante. Que esa definición sea tan tajante y clara en la sociedad británica es lo que me gusta del Labour. Por casa es otra la historia.
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