Decirle chau a Venecia fue duro, pero nos esperaba Firenza o Florencia, la ciudad de Rafael, de los Medicis y del Renacimiento. Todo eso que --recuerdo- haber estudiado en algun momento del colegio. Mientras Venecia se perdia en el horizonte tras las vias del tren, nosotros teniamos la primera experiencia del tren puramente italiano: un desastre.
Llego con tanto atraso a la estacion que la combinacion que teniamos que hacer hacia Firenze deberia haber salido hacia ya diez minutos. Pero la ventaja de los atrasos es que las partidas tambien son impuntuales, por lo que nos dimos el lujo de hasta esperar en el anden la partida de nuestro tren. Claro que llegamos con dos horas de atraso, cerca de las 12 de la noche. Ya no habia colectivos para el Hostel que teniamos en mira, por lo que hubo que salir a buscar hotel cerca de la estacion. No encontrabamos nada... Una mujer en un Hotel nos habia tirado un precio no muy irrazonable, pero cometimos el error de creer que podiamos conseguir mas barato. El hecho es que una hora despues, estabamos en la puerta del mismo hotel. Obviamente, la habitacion ya estaba ocupada.
Por suerte habia llegado con nosotros Milena, de Viriginia Estados Unidos, descendiente de polacos que no teníaa idea ni de Malena ni de que canta el tango como ninguna ni de nada.
El hecho es que --gracias a su presencia, supongo- logre convencer a la buena signora de que nos deje echar las bolsas de dormir en algun lugar del hotel. Si no fuese Italia, esto seria simplemente imposible. Si hasta nos trajo mantas y almohadas. A la mañana siguiente, antes de que llegue su jefe, salimos a buscar un hotel en serio. Le dimos una propina, y salimos a conocer la Florencia que estudiamos, luego de esa extrana primera noche.
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