
Raro prender la tele a la noche y encontrarse con una película en la que unos muchachos de chalecos de cuero son perseguidos por policías en la estación 96 de la línea 1 del subte de Nueva York, por las que tantas veces pase. Más raro es ver como a otro grupo de los mismos muchachos los persiguen unos besibolistas con caras pintadas en Riverside Park. Y más raro aún es quedarse viendo la película entera. Una forma de volver a la ciudad por un ratito. Y encima, es una película
de culto.
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