viernes, junio 10, 2011

Cambio. ¿Cambio? Sí, cambio.

Este blog tiene seis años y más de mil entradas. 

Seis años es mucho tiempo. Seis años es poco tiempo. Depende de dónde mires a esos seis años. ¿Seis años de qué? Mil entradas parece una exageración. Son muchas. ¿O son pocas? 

Seis años son también una edad en la que nos preguntamos muchas cosas. ¿De dónde venimos? ¿Quién es Margaret Thatcher? ¿Qué son las Malvinas? ¿Qué es el Plan Austral? ¿Por qué sube el dolar? ¿Por qué ese señor con la cara pintada vestido de militar habla enojado con periodistas? ¿Quienes son los buenos y quienes los malos? 

Son preguntas que se puede hacer un niño de seis años, si nació cuando yo nací. 

Mirando hacia atrás, hacia estos seis años, encuentro cosas tremendas. Algunas buenas y otras malas. Se trata del riesgo de quien piensa mientras escribe; puedo vivir en ese riesgo, no me incomoda. Ahí están los archivos, para quien quiera hurgar en ellos. Mirando hacia atrás encuentro muchas afirmaciones. "La Corte debe ser obedecida porque es la intérprete final de la Constitución Nacional". 

Epa. 

Hoy frases así me parecen ridículas. No es que me parezcan equivocadas: me suenan anacrónicas, escritas en un lenguaje que ya no es el mío.

Seis años después, dejé muchas afirmaciones atrás. Pregunto. Cuestiono. Dudo. Me he dado cuenta que ahora escribo con verbos que hace seis años usaba escasamente: creo, intuyo, entiendo. Ejemplo de ello es mi participación en esta discusión en la que intervine ayer. En los últimos años he leído mucho y me he acercado, imperfectamente, a ese único conocimiento de Sócrates, esa absoluta certeza de que la única certeza es que no se tienen certezas que no sean ésta. Ahora me interesa poner en cuestión cosas, interpelar cosas que creía sabidas e ininterpelables. Qué verbos, ¿eh? Me interesa preguntar, molestar, joder. 

¿Su pregunta no molesta? Entonces probablemente esté mal hecha. 

De ahora en más, en esta bitácora de seis años, el niño de primer grado que aquí habita, entre tomar el nesquik y ver los dibujitos, se va a dedicar a hacer preguntas. Afirmará cosas, seguramente. Pero espera que esas afirmaciones sean leídas y tomadas como meras aproximaciones precarias, intuciones, hipótesis. A fin de cuentas, sólo se que no se nada. Y seguiré usando este espacio como un cuaderno de notas imperfecto y efímero. 

Se me ocurrió empezar por una cosa. ¿Por qué el derecho? En unos días, seguramente, tendré muchas preguntas al respecto. 

1 comentario:

Ignacio de Casas dijo...

welcome back!