Me gustó esta nota de Ernesto Tenembaum, que criticó a Martín Becerra, que criticó a Tenembaum. Me parece que Becerra no criticó adecuadamente al periodista, ya que éste no defendió una concepción inmaculada de los medios sino que se ocupó de resaltar lo complejo y variado del asunto como para reducirlo a una conspiración de generales multimediáticos.
Aquí, un extracto.
Desde el 2003 para aquí hay demasiados discursos en espejo en la Argentina. Néstor Kirchner es Hitler, sostienen unos. Néstor Kirchner es una mezcla de José de San Martín y el Che Guevara, gritan otros. No hay libertad de prensa en la Argentina, sostiene un grupo. Todos los medios son opositores, racistas, digitados desde Washington, replican de la otra parte. Los periodistas están casi todos comprados por el Gobierno, difunden los unos. Los periodistas son todos empleados de patrones golpistas, opinan los otros.
Ahora, los hechos suelen alumbrar realidades mucho más complejas. La dinámica de la relación entre el Estado, los dueños de los medios y las personas que producen sus contenidos es riquísima. Para analizarla, valen todas las teorías. Pero reducir todo a una conspiración para defender los privilegios de los monopolios es apenas una expresión de haraganería intelectual o, más bien, refleja un apego llamativo a ciertas teorías comunicacionales berretas. Y si a todo eso se le agrega que el proceso está digitado desde Washington, en fin, todo se empieza a parecer a un sketch de Cha cha chá.
Más, en Página/12.
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