sábado, septiembre 12, 2009

Architecting


Varias puntas interesantes sobre la ley de medios.

1. Finalizaron las audiencias, con diez minutos por expositor, hablaron todos los que quisieron, tal vez no con el tiempo necesario para pensar en profundidad el asunto. Y pienso en la relación entre arquitectura e instituciones democráticas. Desde Bentham y su panóptico rescatado por Foucault sabemos de la relación entre arquitectura y poder. Y entre las audiencias que vimos por televisión la semana pasada y las que se llevan a cabo en el Congreso de EEUU hay  diferencias, muchas de las cuales empiezan por el espacio físico en el que se desarrollan.

Recuerdo cuando, a principios de este año, un profesor mío experto en derecho electoral fue a hablar ante una comisión del Senado de los Estados Unidos sobre los patrones de votación de la última elección presidencial que muestran todavía cierta polarización racial en algunos distritos del sur que están bajo la órbita del Voting Rights Act (su estudio es citado por la Suprema Corte en el caso Bartlett v. Strickland). A mi profesor lo mataron a preguntas. Y comparo esa situación con las audiencias por la ley de medios que vimos en la semana que paso. O con las caóticas reuniones de comisión que también vimos en las últimas semanas. Las diferencias las podemos ver en el precario esquema a continuación.



En el modelo de EEUU, los senadores / diputados están sentados a un nivel físicamente superior que quienes exponen, que son citados como 'testigos' para informar a los representantes sobre temas de su especialidad. Las exposiciones de los expertos suelen ser largas, y las preguntas de los representantes precisas y complejas: quien va poco preparado corre el riesgo de hacer el ridículo. 

En el caso argentino, que vimos la semana pasada, el funcionamiento es distinto. Quien expone se limita a hablar: nada de preguntas. Quienes escuchan son unos pocos diputados o , en el mejor de los casos, asesores. Ellos escuchan mezclados con el poco público presente. Los representantes que 'presiden' la audiencia rotan entre sí (la actividad, como está planteada, parece tediosa) y se limitan a pedirle a quien expone que 'redondee' porque se le está acabando el tema. Cuando terminan, normalmente le agradecen, chequean la lista de oradores y llaman al próximo orador inscripto.

La diferencia en el diseño arquitectónico del espacio físico en el que se lleva a cabo la audiencia no es sólo de forma, sino que delata una diferencia de concepto sustancial: mientras que las audiencias públicas en EEUU sirven para informar a los representantes en forma pública, las audiencias en la Argentina sirven para expresar apoyos. Las intenciones informativas de los expositores se ven limitadas por dos características fundamentales de las audiencias criollas: el escaso tiempo de exposición y el hecho significativo de que pocos respresentantes escuchan, y quienes lo hacen parecen hacerlo más por obligación que por ganas de informarse.

En Estados Unidos, la sala de audiencias se asemeja bastante a un tribunal (de hecho, la similitud con la sala de audiencias de la Suprema Corte es asombrosa). Los representantes la hacen de juez y están sumamente preparados: al fin de cuenta, quieren que el testigo pise algún palito que les lleva agua para su molino.

En el caso argentino, la sala se asemeja más a un aula magna en la que, desde un atril, alguien expone y otros escuchan. El espacio físico y las diferencias de status entre expositores y los representantes acercan más a estos últimos a la figura de un preceptor que debe tomar lista a los alumnos y esperar que estos cuenten qué hicieron durante el verano. Como todos sabemos, toda persona razonable preferiría tomar cafe en la sala de profesores y hablar del partido del domingo a tener que presenciar las inarticuladas exposiciones de los jovenes alumnos.

Alguna vez deberemos pensar más en la relación de nuestras instituciones ediliciamiente débiles con sus debilidades más conceptuales y abstractas. 

2. En el blog de RG se armó una linda discusión (que tuvo más de exposición, esta vez) de la que participaron Guillermo Mastrini y Martín Becerra. Ellos defienden la ley del Ejecutivo (aunque señalan cambios deseables) y --más interesante aún- señalan algunos aspectos relativos al mercado que me parecen que es necesario evaluar y tener en cuenta.

3. Bertoni también tiene algo para decir sobre el tema, desde La Nación.

4. Tenembaum desbarata un mito extendido entre ciertos sectores del kirchnerismo 2.0: que los medios de comunicación 'colonizan' la subjetividad de la gente. Este mito es dañino y da por el pito más de lo que el pito vale. Está super re contra archi estudiado que la idea de que los medios de comunicación dicen a la gente como pensar es falsa: el emisor, lleno de sentido, emite su mensaje, pero el mismo es tomado por el receptor en forma autónoma, y lo llena de concepciones personales elaboradas por fuera del sistema de los medios de comunicación. Hay un cierto paralelismo entre esta idea falsa lamentablemente extendida y la crítica simplona al clientelismo político (de la variante 'los arrean como a ganado'). Es curioso que la peronósfera k no logre ver que ambas visiones son tan similares como débiles, lo que les permitiría evitar la contradicción de criticar una y defender la otra al mismo tiempo.

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