Entre ellos, destacaron la respuesta del Gobierno federal al huracán Katrina y la desproporcionada cantidad de minorías raciales en las prisiones. En ese sentido, la ACLU tiene un programa llamado algo-así-como Un tubo de la escuela a la prisión, el que analiza la tendencia a que los chicos (normalmente pobres y de minorías) que salen del colegio ingresan dentro del sistema de justicia penal juvenil. La ACLU atribuye esa tendencia a fallas del sistema educativo.
Dice la ACLU:
Esta clase de problemas fue mostrada innumerables veces por Hollywood. Recuerdo ahora la película Dengerous Minds (foto) con Michelle Pfeiffer y una brillante canción de Coolio. También recuerdo que en una clase de literatura citan a Dylan, lo que me permite citar una muy apropiada frase del buen Bob (15 de marzo, estadio Velez) que da justo para esta entrada:
"Muchos de estos chicos tienen dificultades de aprendizaje o historias de pobreza, abuso o negligencia, y se beneficiarían de servicios educativos y de consejo adicionales. En lugar de eso, son aislados, castigados y empujados afuera. La política de 'tolerancia cero' criminaliza infracciones menores a las reglas de la escuela, mientras que programas de evaluación [de las escuelas] exigentes impulsa a los educadores a empujar hacia afuera a los estudiantes de baja performance para mejorar los resultados totales de sus escuelas. Los estudiantes de color son especialmente vulnerables a esta tendencia y a la discriminatoria aplicación de [medidas disciplinarias]".
A self-ordained professor's tongue
Too serious to fool
Spouted out that liberty
Is just equality in school
Y la igualdad, sabemos, exige ciertas medidas de 'discrimnación positiva' para eliminar las desigualdades estructurales que se accarrean por generaciones. Y así llegamos al tema de la affirmative action, muy espinoso y discutido en los Estados Unidos.
Claro que por casa no deberemos andar mucho mejor.
Desconozco la existencia de estudios que analicen este tipo de circunstancias sociales desde el punto de vista étnico, pero basta con mirar cuántos alumnos, profesores y jueces de la Argentina pertenecen a algún colectivo originario de nuestro país o de América Latina, para darse cuenta de que algo anda mal por estas tierras también.
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