Ayer fui a ver al Film Forum "Z", la famosa película de Costa-Gavras que retrata el asesinato de un diputado en Grecia y la posterior investigación judicial en busca de los culpables. Un thriller verdaderamente increíble y políticamente comprometido que se reelanza ahora en EE.UU para celebrar sus 40 años.
La película en sí me pareció increíble (creo que en Argentina, cuando no, estuvo prohibida). Y nos e si no hay un caso judicial sobre el tema.
Pero quiero contar una cosa que me llamó mucho la atención.
Film Forum es un lugar en SoHo de cine arte, lleno de gente que va a ver películas extranjeras y dónde en vez de pochoclos se venden capuccinos fair trade. Lo que me llamó la atención es que la gente se reía, mucho, en partes que a mi no me parecían graciosas. La película en sí está repleta de humor negro, y los personajes --particularmente los militares que después darían un golpe de Estado y tomarían el poder en Grecia- están bastante caricaturizados.
Es decir: la película, a pesar de ser un thriller, se presta a la risa. El problema es que yo, la mayoría de las veces, no me reía.
Y creo que tal vez no me reía por saber que a pesar de parecer una caricatura, esa gente existió, y gobernó, y torturó blandiendo los mismos principios ridículos que hoy llevan a varios neoyorkinos a la risa. Costa-Gavras hasta logra retratar la banalidad del mal, dónde se mata por un placer perverso o para que te den un permiso para vender frutas en un mercado. Tal vez también no me reía porque, quienes se reían a mi lado, son --creo- bastante inconcientes de la responsabilidad que les toca, desde un punto de vista colectivo, en que esa gente que hoy mueve a risa haya tenido el poder en tantos rincones del planeta.
La película en sí me pareció increíble (creo que en Argentina, cuando no, estuvo prohibida). Y nos e si no hay un caso judicial sobre el tema.
Pero quiero contar una cosa que me llamó mucho la atención.
Film Forum es un lugar en SoHo de cine arte, lleno de gente que va a ver películas extranjeras y dónde en vez de pochoclos se venden capuccinos fair trade. Lo que me llamó la atención es que la gente se reía, mucho, en partes que a mi no me parecían graciosas. La película en sí está repleta de humor negro, y los personajes --particularmente los militares que después darían un golpe de Estado y tomarían el poder en Grecia- están bastante caricaturizados.
Es decir: la película, a pesar de ser un thriller, se presta a la risa. El problema es que yo, la mayoría de las veces, no me reía.
Y creo que tal vez no me reía por saber que a pesar de parecer una caricatura, esa gente existió, y gobernó, y torturó blandiendo los mismos principios ridículos que hoy llevan a varios neoyorkinos a la risa. Costa-Gavras hasta logra retratar la banalidad del mal, dónde se mata por un placer perverso o para que te den un permiso para vender frutas en un mercado. Tal vez también no me reía porque, quienes se reían a mi lado, son --creo- bastante inconcientes de la responsabilidad que les toca, desde un punto de vista colectivo, en que esa gente que hoy mueve a risa haya tenido el poder en tantos rincones del planeta.
La entrevista de arriba en Salon a Costa-Gavras se puede leer acá.
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