viernes, mayo 19, 2006

Resto del mundo, y tres argentinos

Una de las características principales de Barcelona es su carácter cosmopolita. En la Plaza Catalunya --en pleno centro de la ciudad- se ve casi tantos españoles como turistas claramente ajenos a la capital catalana.

Los alemanes ocupan las mesas de las rambla con adecuados vasos de cerveza, que beben profusamente y acompañan con algun plato tipico de esta ciudad. Los japoneses --y esto ya es un lugar común- se mueven en grupos. Y los norteamericanos son fácilmente indentificables por la comida que consuemn. Hoy, por ejemplo, pudimos ver a un grupo de unas 25 chicas ocupando las mesas exteriores de Mc Donalds, y unos seis veinteañeros deborar más de una docena de Dunkin Donuts. Increíble.

Increíble porque una de las primeras cosas que uno se da cuenta al visitar Barcelona es lo mal que se come en Buenos Aires. O al menos lo bien que se come aquí. El Mercado es un sitio que todo amante del buen vivir debería visitar una vez en la vida. Colorido por las frutas, prohibitivo por los embutidos "euralizados" y excitante por la frescura de los pescados y marciscos. De hecho, langostas y cangrejos mueven las patas hasta que --literalmente- caen en la cacerola de los clientes.

(El Mercat, al ladito de la Rambla)

Y algo nos quedó del día ajetreado en el que fuimos al barrio gótico y nos perdimos vountariamente en sus calles intrincadas propias de la Edad Media.

En el interín, tres argentinos mostraron algo que, si no resuita del agrado del estimado lector, le pido que no se la agarre con este humilde "cronista" de paso por el viejo continente.

En primer lugar, dos señoras "bien" armaron un escándalo de proporciones en el vuelo de conexión Madrid Barcelona porque les habían cambiado los asientos. Las habían pasado más atrás de lo que les correspondía. La idea --presumo- era obligar a la tripulación a pasarlas a "Buisness" actuando con la fuerza de la "legítimia indignación". No lo lograron.

En segundo lugar, un joven argentino explicaba a los gritos a un español en plena rambla --¿algo así como la calle Florida?- como se desempeña en las artes amatorias y como su mayor temor es "embarazar" a una de sus eventuales acompañantes.

Finalmente, al término de un largo día y tras la caminata y el jet lag, caímos en un típico bar de tapas a la española. Nos sentamos en la barra, pedimos una caña --cerveza de vaso largo y fino- y un "bocadillo" de tortilla española. El mismo consiste en dos tapas de pan, y en el papel del "crudo y queso· propio de Buenos Aires se lleva las palmas la tortilla española, con ají, arbejas y --obviamente- papas.

A la tercer palabra con la mesera, la pregunta se hizo ineludible. "¿De dónde sos?", dije. "De Buenos Aires", dijo. Marcela está hace un mes en Barcelona. Llegó como turista de vacaciones y decidió quedarse por un mes y medio. Ya lleva tres meses corridos en tierras ibéricas, y por ahora no quiere irse. Dotada de "papeles", en 10 días consiguió trabajo, y Barcelona "la atrapó". Francamente, no puedo decir que me sorprenda en absoluto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

coño tío!! pero que bien la vaz pazandooo!!! (todo con acento español, por supuesto)
me gustaría ver más fotos cuando puedas, disfrutá mucho, y ojo con Marcela!!!
by the way: ar"b"ejas??.... mmmm.... beso!