miércoles, febrero 06, 2008

Facebook: el GH que Invitamos a Casa

Asi que si, estoy en Facebook. Cada vez conozco más gente que está en Facebook. No se muy bien para que sirve. Alguien que estudia temas de privacidad y tecnologías me dijo que existe para satisfacer el deseo morboso por saber qué hacen los demás. Otros hablan de networking, pero hasta ahora Facebook me puso en contacto con gente que tengo a tres computadoras de distancia todos los días.

Un capo.

Desde el primer momento me sorprendió el nivel de detalle que admite Facebook sobre datos privados. Se puede cargar de todo, desde tu situación sentimental hasta tu orientación política. Facebook puede saber qué películas te gustan, a dónde viajaste en toda tu vida, dónde te gustaría vivir, qué música escuchás, que libros lees o te gustaría leer y muchas cosas más. Además, te relaciona con tus amigos y -si cargás los datos- te dice de dónde los conoces, a quienes conocen estos y cómo te conocen a vos.

Una vez, un tipo que en 1936 estuvo del lado correcto se imaginó una dystopia en 1984. Lo que nunca imaginó es que al getón en la pantalla lo íbamos a invitar a casa prácticamente a tomar el te (y encima iba a tener cara de muchacho inofensivo).

Pero veamos un poco de qué va esta red social que hizo a su creador multimillonario. En primer lugar, Facebook es un sitio de apps, programas desarrollados por 'terceras partes' que cumplen diversas funciones. Así, por ejemplo, yo tengo el iLike, que te permite seguir a tus bandas preferidas, dedicar canciones y compartir gustos musicales. Otros cumplen funciones similares con películas, libros, etcétera.

Y cada vez que las usamos, si bien creemos que estamos usando Facebook, estamos usando los servidores del desarrollador de esa aplicación. Lo que genera problemas desde el punto de vista de quien cornos maneja nuestros datos personales.

Esto es así ya que Facebook permite que el desarrollador del app en cuestión acceda a prácticamente toda nuestra información, no sólo la pública (es decir, la que pueden ver todos) sino también la privada (que sólo pueden ver nuestros amigos adecuadamente aceptados). Para los muchachos de CNET, este es el próximo escándalo de privacidad que deberá enfrentar Facebook. Porque ya tuvo otros en el pasado.

Lo curioso es que muchas de las app no necesitan la información a la que acceden (que, dicho sea de paso, los desarrolladores independientes deberían descartar según los acuerdos que firma Facebook). Según un estudio de la Universidad de Virgina, sólo el 9,3 por ciento de los apps necesitan acceder a información privada. Al 82 por ciento le basta con la pública.

Sin embargo, siguen accediendo.

Todos los problemitas de Facebook los pueden ver en la nota de CNET, pero Daniel Solove detectó prácticas corporativas reñidas con el respeto que la empresa debería tener hacia los derechos de sus clientes.

En primer lugar, los avisos que el sistema da a sus usuarios respecto de los riesgos que la utilización 'licenciosa' de Facebook supone para la privacidad, no son adecuados. Las reglas largas y complejas simplemente no son leídas por los usuarios. Lo que plantea la siempre compleja pregunta de la ignorancia del derecho como excusa absolutoria. Por lo pronto, si algo complejo se puede explicar fácilmente (como las licencias Crative Commons, no hacerlo parece medio de mala fe, ¿no?).

En segundo lugar, las opciones al momento de 'instalar' estos apps son absolutas: tómalo o déjalo. Si no aceptás que el app acceda a tus datos, no podes instalarlo. Pero ante las ganas de hacer ese quiz maldito sobre jugadores de fútbol, es inevitable no elegir que se instale el curioso aparejo. Al menos eso hacen la mayoría de los mortales.

Para agravar las cosas, no sabemos quien desarrolló el programita. Puede ser una empresa seria del norte de California o un hacker paquistaní.

Por otro lado, nos preocupamos de que el Estado tenga muchos datos nuestros (véase al respecto el debate sobre ID's en el Reino Unido, por ejemplo), pero no tenemos problemas con que una empresa cuyo valor es equivalente al PBI de un pequeño país y/o estado sepa a quien votamos, qué leemos y qué escuchamos y a que Dios le rezamos.

A pesar de todo, seguimos usándolo.

Todavía tengo que contestar un quiz de Gustavo Arballo sobre ciudades argentinas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un post impecable, maestro.