Un interesante caso en EEUU para plantear los límites de la persecución estatal de la actividad discriminatoria.
El caso involucra a una fotógrafa llamada Elaine Huguenin que se negó a sacar fotos en una boda de una pareja del mismo sexo. Debido a eso, fue denunciada y la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Nuevo México la multó y le ordenó pagar poco más de seis mil dólares en honorarios y costas del proceso.
Es posible enmarcar el caso desde el punto de vista pura y exclusivamente comercial. Un lector de The Volokh Conspiracy dice que 'si la fotógrafa tuviera un puesto de venta de limonadas y se negase a venderles a parejas interraciales o del mismo sexo, su conducta sería claramente discriminatoria'. Desde este punto de vista, la decisión de la Comisión de Derechos Humanos parece acertada: la fotografía en las bodas es un ítem más de los múltiples servicios que es necesario contratar para decir 'si, quiero'.
Cabe recordar el caso de una pareja de religión judía de Buenos Aires a la que una señora decidió no venderles / no alquilarles (no recuerdo) un departamento por la religión de los prospectivos locatarios. Es en estos casos en dónde la libertad de los individuos se ve restringida por el valioso interés social en limitar las actividades discriminatorias.
Cabe destacar que detrás de la retorcida idea de la dueña del departamento se esconde la razón de los carteles de for white people only que inundaron de verguenza al sur de los EEUU durante la primera mitad del siglo XX. Si el derecho acepta ese tipo de 'reclamos de libertad', lo que estaría haciendo es garantizar la existencia de una sociedad segregada por las más absurdas y ridículas razones.
Sin embargo, la fotografía además de ser un negocio es también es una forma de arte. Y ahí es dónde la cuestión se complica. Al ser un arte, implica ésta la expresión de una idea, de una visión personal.
Eugene Volokh considera que la decisión de la Comisión implica obligar a una persona a sostener una idea o una visión determinada, lo que violaría sus derechos derivados de la Primera Enmienda. Sostiene en ese sentido que 'si es tratara de un free lance writer, nadie dudaría de que obligarlo a escibir algo que no quiere es manifiestamente ilegal'. Y una fotógrafa es igual: es también una forma de comunicación y de expresión de ideas.
El caso involucra a una fotógrafa llamada Elaine Huguenin que se negó a sacar fotos en una boda de una pareja del mismo sexo. Debido a eso, fue denunciada y la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Nuevo México la multó y le ordenó pagar poco más de seis mil dólares en honorarios y costas del proceso.
Es posible enmarcar el caso desde el punto de vista pura y exclusivamente comercial. Un lector de The Volokh Conspiracy dice que 'si la fotógrafa tuviera un puesto de venta de limonadas y se negase a venderles a parejas interraciales o del mismo sexo, su conducta sería claramente discriminatoria'. Desde este punto de vista, la decisión de la Comisión de Derechos Humanos parece acertada: la fotografía en las bodas es un ítem más de los múltiples servicios que es necesario contratar para decir 'si, quiero'.
Cabe recordar el caso de una pareja de religión judía de Buenos Aires a la que una señora decidió no venderles / no alquilarles (no recuerdo) un departamento por la religión de los prospectivos locatarios. Es en estos casos en dónde la libertad de los individuos se ve restringida por el valioso interés social en limitar las actividades discriminatorias.
Cabe destacar que detrás de la retorcida idea de la dueña del departamento se esconde la razón de los carteles de for white people only que inundaron de verguenza al sur de los EEUU durante la primera mitad del siglo XX. Si el derecho acepta ese tipo de 'reclamos de libertad', lo que estaría haciendo es garantizar la existencia de una sociedad segregada por las más absurdas y ridículas razones.
Sin embargo, la fotografía además de ser un negocio es también es una forma de arte. Y ahí es dónde la cuestión se complica. Al ser un arte, implica ésta la expresión de una idea, de una visión personal.
Eugene Volokh considera que la decisión de la Comisión implica obligar a una persona a sostener una idea o una visión determinada, lo que violaría sus derechos derivados de la Primera Enmienda. Sostiene en ese sentido que 'si es tratara de un free lance writer, nadie dudaría de que obligarlo a escibir algo que no quiere es manifiestamente ilegal'. Y una fotógrafa es igual: es también una forma de comunicación y de expresión de ideas.
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