domingo, octubre 22, 2006

El Juicio Más Importante de la Historia

Estoy viendo un documental en el canal de la National Geographic sobre los juicios de Nüremberg. Gira bastante alrededor de la figura de Robert H. Jackson, quien siendo juez de la Suprema Corte de los Estados Unidos fue designado por el presidente Harry Truman como el fiscal de su país en el juicio más importante de la historia.

Desde la perspectiva del mundo actual, el juicio de Nüremberg admite nuevas lecturas que lo revalorizan, incluso ante la clara evidencia de que de poco sirvió para evitar que quienes inicien guerras de agresión puedan salirse con la suya sin ser castigados.



Cuando en Estados Unidos se conocieron las imágenes de las atrocidades nazis en los campos de concentración, importantes miembros de la comunidad judía de EE.UU le pidieron a Jackson que el juicio gire principalmente sobre el Holocausto judío.

Pero las intenciones del juez eran mucho más ambiciosas: pretendía que el crímen principal fuera el "quebrantamiento de la paz"; que la principal causa por la cual serían juzgados los jerarcas nazis fuera la de iniciar una "guerra de agresión". A partir de ese momento, las violaciones a la paz internacional serían castigadas como un crímen per se.

Hace poco estuve en Berlín, dónde pude --en un lugar llamado "La topografía del Terror"- ver durante horas y bajo el fuerte sol de junio una exposición al aire libre sobre los juicios que marcaron el inicio del derecho penal internacional.

[La topografía del terror, en Berlin]

A más de 60 años de aquellos días, cabe realizar una evaluación sobre el desarrollo de este derecho.

Sin dudas, lo primero que se puede decir es que el derecho internacional es de por sí imperfecto y suele ser moldeado según los intereses de los poderosos de turno. Es indudable que Nüremberg existió por la victoria de los aliados; no hubiese ocurrido si los alemanes no hubiesen sido categóricamente derrotados en todos los frentes.

Y una de sus características más frustrantes es que, si bien el derecho internacional existe, no hay mecanismos adecuados para hacer que el mismo se cumpla. Y dicen que un derecho sin jueces que obliguen a su cumplimiento es un pedazo de papel muerto, sin vida.

Pero eso no despoja al derecho de toda posibilidad de valor. Porque aunque nadie lo cumpla, aunque la ley sea dejada de lado en el instante en que se opone al interés de quien puede darse el lugo de desestimarla, aunque el mundo se quede quieto ante los nuevos crímenes del siglo XXI, el derecho está allí, marcando con una línea imaginaria la frontera entre lo legal y lo ilegal.

Y no es poca cosa.

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