jueves, septiembre 27, 2007

Aquellos Buenos Viejos Tiempos

Es curioso, pero tan solo en el curso de una semana he leído dos excelentes artículos en los mejores diarios de los Estados Unidos en dónde dos auténticos baby boomers se quejan amargamente de la situación actual de su país y añoran los tiempos de sus padres.

El primero de esos artículos fue escrito por el genial Paul Krugman, quien desde su blog en el New York Times explicó que actualmente ve los tiempos de su juventud como tiempos dorados.

"Di por hecho a la América en la que crecí. Como muchos en mi generación, me manifesté en contra de las injusticias de nuestra sociedad, marché contra el bombardeo de Camboya, fui de puerta en puerta apoyando a candidatos liberales. Es sólo en retrospectiva que el ambiente político y económico de mi juventud se me presenta como una paraíso perdido, un episodio excepcional en la historia de nuestra nación", explica Krugman.

Krugman añora a la América de "clase media", aquella en la que él creció. La ubica como un período histórico entre 1940 y 1980. "Era una sociedad sin extremos de riqueza o pobreza, una sociedad de properidad ampliamente compartida, parcialmente debido a sindicatos fuertes, un alto salario mínimo, y un sistema impostivo progresista que ayudaba a limitar la desigualdad", agrega.

[Nota: ¿Será casual la perspectiva mayormente progresista que la Suprema Corte de los Estados Unidos adoptó por esos años, años en los que ofreció al mundo algunas de sus decisiones más celebradas, como por ejemplo y en orden cronológico: Brown v. Board of Education, New York Times v. Sullivan, Miranda v. Arizona, Nixon v. US, el caso de los Pentagon Papers, solo por nombrar las primeras que se me vienen a la mente?]

Esta sociedad cada vez menos desigual no nació de la nada. Fue creada por el New Deal de FDR, explica Krugman. "Pero debido al dominio político de los conservadores, los impuestos a los ricos han caído y los agujeros en la red de seguridad se han hecho más grandes, mientras la desigualdad aumenta", concluye.

Y en todo este tiempo, ¿cambió algo en la precepción que los norteamericanos tienen de si mismos?

Si, si se miran las encuestas que de las que da cuenta Harold Meyerson, del Washington Post, otro baby boomer que extraña un pasado remoto.

El autor explica cómo en los últimos años se ve un crecimiento en la cantidad de gente que considera que el país está dividido entre los que tienen (haves) y los que no (have nots).

Meyerson explica que en 1988, sólo el 21 por ciento consideraba que el pais está dividido entre los que 'no tienen' y los que 'tienen'. En 2001 fueron 44 y en 2006, 48, exactamente la misma cantidad que considera que esa división no existe. Cabe destacar que esto es tal vez lo más aproximado a una división de clases que se permita el público norteamericano: como dice Meyerson, están 'condicionados' a ver a su país no en términos de clases sociales.

"Las recompensas económicas del aumento de la productividad, que entre 1940 y 1970 iban tanto a los trabajadores como a los ricos, ahora van sólo a los ricos (...) La clase media americana se ha encontrado con un mundo de empleo temporal, trabajos sin beneficios y jubilaciones sin seguridad", explicó el autor.

Para Meyerson, lo grave es "la destrucción de la idea de los americanos de un sentido de identidad común, en un tiempo en el que la economía ya no promueve el bienestar general. El mundo construido con el New Deal ha sido destruido, y nosotros somos -como antes del New Deal- dos naciones".

Para terminar, cabe destacar la vieja idea de Arendt de que el gran éxito de la Revolución Americana no estuvo tanto en las instituciones republicanas que funcionan, ni en la idea de libertad, ni en la división de poderes o el control judicial, sino en la promesa lanzada al mundo de una tierra sin pobreza, sin miseria, una tierra de prosperidad en tiempos dónde posar los ojos sobre cualquier sitio era ver irremediables calamidades, como señalaba Virgilio.

Se me hace que ese fue el sueño americano.

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