miércoles, septiembre 26, 2007

La Naturaleza de la Verdad

La decisión de la Universidad de Columbia de permitir que el presidente iraní participe de un foro en un ámbito académico generó todo tipo de controversias. De hecho, la Universidad fue condenada desde todos lados, representantes demócratas y republicanos tomaron turnos para criticarlo.

Claro, al amigo persa se le endigla nada más y nada menos que la negación del Holocausto. Y su programa nuclear es mirado con preocupación por al menos parte de la comunidad internacional.

Pero no es el affaire Iran lo que nos convoca.

Porque la charla de Ahmadinejad en Columbia sirvió al menos para demostrar a aquellos que criticaron su presencia que un debate público abierto y una conferencia abierta a preguntas sin restricciones (no se en que medida cumplio esas condiciones) puede poner incómodo a cualquier interlocutor poco afecto al intercambio de ideas.

Se le preguntaron muchas cosas. Siguiendo la teoría de casi todos los políticos de contestar lo que quiere contestar y no las preguntas, Ahmadinejad zafó de dar definiciones precisas y con generalidades le escapó a las preguntas más comprometidas.

Hubo una particularmente interesante sobre la situación de los homosexuales en Iran, perseguidos y castigados como en pocas partes del mundo. No se le ocurrió mejor cosa que decir que "en Iran no tenemos homosexuales" (el auditorio, como no podía ser de otra manera, rio).

Dijo Thomas Paine: "Es tal la irresistible naturaleza de la verdad, que todo lo que pide, todo lo que quiere, es la libertad de aparecer". Claro que de todas formas, el auditorio no pudo escapar a los prejuicios occidentales sobre Iran, que, dicho sea de paso, es el estado heredero de la cultura persa, una de las más ricas y bastas de la antiguedad.

¿Sirvió para que dos mundos cada vez más enfrentados se conozcan aunque sea un poco? Quien sabe. Bienvenido el intento.

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