Curiosa concepción de democracia tienen algunos. Por ejemplo, el bueno de Mempo Giardinelli, que dice que algunos actores del conflicto campo - gobierno "generan desaliento, liman la confianza en las instituciones, instalan la idea de caos, descontrol y 'desgobierno' Todo eso que antaño precedía a los golpes militares". Dice (el bueno de Mempo) que...
Curiosa concepción de democracia que también se explicita en la barroca (y pretenciosa --ay, González) carta de los intelectuales K que publicó hace poco Página/12. Esa carta habla de "clima destituyente". Y dice.
Y leyendo Crítica de ayer me enteré que Hebe de Bonafini pidió judicialmente que metan presos a los dirigentes del campo por "terroristas".
Uff...
¿Será que nací en la dictadura pero no tengo recuerdos de ella? ¿Que los fantamas de los golpes de Estado son eso, fantasmas de generaciones pasadas en los que no creo? ¿Y que no creo porque son fantasmas de genereciones que crecieron sin ver nunca (y lamento el sentido literal de la palabra) una democracia en funcionamiento sin contrapoderes al acecho?
Yo nací en 1980, y mis recuerdos son todos posteriores a diciembre de 1983. Todos toditos: será función de psicólogos especializados en el desarrollo cognitivo de los infantes explicar tan arbitrario hecho.
Recuerdo salir a festejar la victoria en México '86, pero no me acuerdo de ningún partido. Y me acuerdo de ver a Aldo Rico por televisión y saber que los hombres de caras pintadas eran malos. No me acuerdo de la plaza del 87' en apoyo de la democracia, pero allí estuve (en los hombros de mi padre). Me acuerdo de la toma de La Tablada y de los tanques. Y de pensar que, esa vez, los hombres de verde eran los buenos. Me acuerdo también de los tiros en Plaza Colón y de los periodistas en el suelo.
Esas eran amenazas a la democracia, mis amenazas a la democracia. Si buscan en mis recuerdos climas destituyentes, desaliento y hechos que preceden a los golpes militares, es eso lo que encontrarán.
Pero también me acuerdo de innumerables protestas. Contra la ley de Educación Superior. Me acuerdo de Norma Plá y las protestas de los miércoles de los jubilados (y como la policía les pegaba). Me acuerdo de las protestas de los petroleros de Salta y Neuquén, cuando la regalada de YPF empezó a rendir sus frutos. Me acuerdo incluso de los primeros piquetes. Y me acuerdo de primerísima mano al Buenos Aires del 19 de diciembre de 2001, y las columnas de gente en bermudas que iban hacia el centro y prendían fuegos en cada esquina, como si marcaran alguna especie de camino.
Las barricadas cortan calles pero abren caminos, decían los estudiantes parisinos hace cuarenta años.
Nunca creí, sin embargo, y a pesar de lo que siempre dicen los panfletistas de la calma y la unanimidad, que esas protestas fueran una amenaza a la democracia. Por el contrario, creí que era expresión cabal de un sistema en el que la gente está dispuesta a salir a pelear por sus derechos groseramente violados, a reclamar ante una situación injusta la atención del Estado y el cumplimiento de sus deberes más elementales. Esa es la democracia que estudié y en la que vivi durante los últimos 25 años. Y es la democracia que me acuerdo.
Pero pueden ser desvaríos de un pelotudo con bloc que no goza de la sabiduría de las iluminadas generaciones que crecieron con la bota sostenida siempre sobre sus cabezas. En una de esas, quien sabe, estamos a la vera de otro golpe de estado.
El tiempo, como siempre, dirá.
Por ahora, me basta con desconfiar de quienes temen a los que gritan y patalean por algo que estiman injusto. Aunque sea un impuestito de mierda.
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Actualización: Oia... Justo hoy (viernes, 11 am) Martín Böhmer celebra el conflicto y dice cosas como estas.
Sorry que te diga.
"En entusiasta coro anuncian que se acabó el crecimiento; que la inflación nos fagocita; que la economía se desmorona; que las encuestas 'muestran' el desprecio popular hacia los K y así siguiendo".
Curiosa concepción de democracia que también se explicita en la barroca (y pretenciosa --ay, González) carta de los intelectuales K que publicó hace poco Página/12. Esa carta habla de "clima destituyente". Y dice.
'Clima destituyente' hemos dicho para nombrar los embates generalizados contra formas legítimas de la política gubernamental y contra las investiduras de todo tipo. Una mezcla de irresponsabilidad y de milenarismo de ocasión sustituyó la confianza colectiva.
Y leyendo Crítica de ayer me enteré que Hebe de Bonafini pidió judicialmente que metan presos a los dirigentes del campo por "terroristas".
Uff...
¿Será que nací en la dictadura pero no tengo recuerdos de ella? ¿Que los fantamas de los golpes de Estado son eso, fantasmas de generaciones pasadas en los que no creo? ¿Y que no creo porque son fantasmas de genereciones que crecieron sin ver nunca (y lamento el sentido literal de la palabra) una democracia en funcionamiento sin contrapoderes al acecho?
Yo nací en 1980, y mis recuerdos son todos posteriores a diciembre de 1983. Todos toditos: será función de psicólogos especializados en el desarrollo cognitivo de los infantes explicar tan arbitrario hecho.
Recuerdo salir a festejar la victoria en México '86, pero no me acuerdo de ningún partido. Y me acuerdo de ver a Aldo Rico por televisión y saber que los hombres de caras pintadas eran malos. No me acuerdo de la plaza del 87' en apoyo de la democracia, pero allí estuve (en los hombros de mi padre). Me acuerdo de la toma de La Tablada y de los tanques. Y de pensar que, esa vez, los hombres de verde eran los buenos. Me acuerdo también de los tiros en Plaza Colón y de los periodistas en el suelo.
Esas eran amenazas a la democracia, mis amenazas a la democracia. Si buscan en mis recuerdos climas destituyentes, desaliento y hechos que preceden a los golpes militares, es eso lo que encontrarán.
Pero también me acuerdo de innumerables protestas. Contra la ley de Educación Superior. Me acuerdo de Norma Plá y las protestas de los miércoles de los jubilados (y como la policía les pegaba). Me acuerdo de las protestas de los petroleros de Salta y Neuquén, cuando la regalada de YPF empezó a rendir sus frutos. Me acuerdo incluso de los primeros piquetes. Y me acuerdo de primerísima mano al Buenos Aires del 19 de diciembre de 2001, y las columnas de gente en bermudas que iban hacia el centro y prendían fuegos en cada esquina, como si marcaran alguna especie de camino.
Las barricadas cortan calles pero abren caminos, decían los estudiantes parisinos hace cuarenta años.
Nunca creí, sin embargo, y a pesar de lo que siempre dicen los panfletistas de la calma y la unanimidad, que esas protestas fueran una amenaza a la democracia. Por el contrario, creí que era expresión cabal de un sistema en el que la gente está dispuesta a salir a pelear por sus derechos groseramente violados, a reclamar ante una situación injusta la atención del Estado y el cumplimiento de sus deberes más elementales. Esa es la democracia que estudié y en la que vivi durante los últimos 25 años. Y es la democracia que me acuerdo.
Pero pueden ser desvaríos de un pelotudo con bloc que no goza de la sabiduría de las iluminadas generaciones que crecieron con la bota sostenida siempre sobre sus cabezas. En una de esas, quien sabe, estamos a la vera de otro golpe de estado.
El tiempo, como siempre, dirá.
Por ahora, me basta con desconfiar de quienes temen a los que gritan y patalean por algo que estiman injusto. Aunque sea un impuestito de mierda.
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Actualización: Oia... Justo hoy (viernes, 11 am) Martín Böhmer celebra el conflicto y dice cosas como estas.
La democracia está basada en la idea de conflicto. Porque el conflicto es inevitable es que creamos democracia como la forma moderna de manejarlo, encauzarlo, aprovecharlo. La democracia constitucional, la idea de la deliberación mayoritaria basada en la capacidad igual de ser parte de ella, celebra el conflicto en la medida en que de él surge la oportunidad de la deliberación, es decir, de la expresión de puntos de vista que tratan de ser la última voz (siempre provisional) en la discusión.
Sorry que te diga.
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