martes, febrero 07, 2006

Todos ¿amamos a Google?


Usamos Blogger. Nos quedamos tontos con Google Earth. Nos gusta Google Video. Amamos la capacidad de almacenamiento de Gmail. Nos agrada Picasa. Abandonamos a los diarios por Google News. Nos enriquecemos con Google Ad Sense. Y… etcétera, etcétera, etcétera...

Si bien estas aseveraciones no son (todas) reales, lo cierto es que Google se presenta ante los ojos del mundo como una de las corporaciones con mejor imagen a nivel de los consumidores. Su lema de "no hacer daño" haya sido tal vez el camino más fácil --cuando se hizo una empresa "pública" y empezó a cotizar en bolsa- para alejarse del modelo corporativo corrupto de Enron.

De todos modos, algunos meses atrás, sus políticas en torno a Gmail y Google Ad Sense habían despertado cierta preocupación en algunos grupos defensores de la privacidad en la era digital, tales como la Electronic Frontier Foundation. En esa oportunidad, realicé un análisis de la noticia con motivo de una materia de la Maestría. Puede leerse completo aquí, pero básicamente decía:

“Google fue siempre considerado un buen ciudadano corporativo”, dijo Chris Hoofnagle de EPIC. Esto es así porque Google tiene una filosofía corporativa muy particular: siempre se pone primero al consumidor y tienen una política expresa de evitar conflictos de intereses. (...) Pero Hoofnagle sostuvo que “el reciente ingreso de Google a la bolsa hace que la compañía tenga el deber legal de aumentar las ganancias de los accionistas”, lo que aumenta el temor de que la empresa abandone los elevados estándares a los que se ha comprometido.

"Por ello y por el hecho de que la buena conducta en el pasado no garantiza los comportamientos futuros, Google recibió los primeros golpes provenientes de ONGs que defienden el derecho a la privacidad".


Ese actuar correcto de la corporación mostró su cara hace una semana. Google se opuso a un pedido del gobierno norteamericano para que revele los registros de las palabras buscada por sus usuarios en el famoso buscador. El argumento del gobierno es hacer cumplir una ley contra la pornografía por Internet.

Si bien el fin último perseguido por el gobierno es legítimo, las implicancias para la privacidad de quienes usamos Google son muy grandes. ¿Quién asegura que las múltiples búsquedas de las palabras terrorismo, Osama, o lo que fuera para una nota periodística no despertará suspicacias en un agente del FBI de imaginación exicitada y el autor de tan osada búsqueda terminará incluido en alguna lista negra que le impedirá ingresar a la nueva tierra prometida de la libertad?

No sería la primera vez.

La cuestión en el caso es la siguiente: ¿entre nosotros y el abuso del gobierno se presenta sólo la confianza en que el mismo actuará correctamente? Eso contradice la razón más elementales por los que los hombres, en algún momento de la historia, decidieron organizar sus gobiernos con sistemas de equilibrios de poder que se conseguirían a través de extraños sistemas de pesos y contrapesos. En cierta medida, el experimento funcionó. Se llama República.

Pero también es cierto que en el siglo XVIII, cuando se gestaron los principios constitucionales republicanos, la única entidad capaz de opresión era el Estado. Hoy, eso no es así. El Estado comparte ese lugar con las corporaciones multinacionales, muchas veces con bolsillos más grandes que estados como el octavo en territorio del planta. Google muestra que no es Santa Corporación, con acciones como ésta, "sólo" por ingresar al mercado más prometedor del futuro (eso dicen).

¿Pero que hay entre nosotros y el abuso de Google? La confianza en que actuará correctamente.

¿Volvimos al siglo XVIII?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Primera vez.
Muy buen post, la verdad es que tus razonamientos son correctos y rigurosos.
Es parte de lo que llamo "nuevo espacio político".
Habrá que ver que teoría política se desarrolla en torno a esto.