lunes, septiembre 18, 2006

¿De Dónde Salió Esta Carpeta?

En la entrada anterior Mariano dejó una interesante pregunta que transcribo a continuación.

"¿Cuál es la diferencia ética entre no citar la fuente y citar 'fuentes confidenciales del gobierno', por ejemplo?".

No citar la fuente de información deja al lector sin un dato fundamental: de dónde proviene la información. Cuando la información se recibe de otro decir de dónde se obtuvo es un abc periodístico del que es difícil olvidarse a menos que se quiera hacerlo a propósito.

Y es que conocer la identidad de la fuente periodísitica permite reunir a la información con la el sujeto que la proveyó, lo que ayuda a contextualizar la noticia.

¿Se acuerdan cuando se acusó a Enrique Olivera, candidato a legislador porteño del ARI, de haberse relacionado en forma non sancta con un conocido financista internacional cuando el Guy Williams argentino era vice jefe de Gobierno? La acusación vino de un operador político de Aníbal Fernández en la Capital Federal y fue hecha a escasos días de la elecciones. Esos datos sirven para medir la noticia y darle un contexto. Seguramente no hubiese sido leída de la misma manera por el electorado si quien lo acusaba a Olivera era un ex empleado suyo, o su hijo, o su ex mujer.

Sin embargo, el caso de Juan José Álvarez es distinto porque la fuente de la información es un documento al que sí se hace referencia. La cuestión reside en saber cómo se obtuvo.

En el caso del espionaje de la Armada, los medios sí publicaron que los documentos que lo probaban habían sido extraídos por un marino infiel a la Armada pero fiel a las instituciones democráticas.

En el caso de Página/12 yo no pude detectar que haya dicho cómo obtuvo la información. Según mi juicio particular, debería haber hecho referencia al modo em que llegó a los archivos de inteligencia utilizando una fórmula que resguardase la identidad del whistleblower.

Al no hacerlo a mi me queda planteado el interrogante de si no será que Página/12 recibió la información de una fuente del Gobierno tan cercana al Presidente que sería imposible nombrarla y/o referirse a ella mediante una fórmula de las que se utilizan para referirse a las fuentes anónimas sin que el primer mandatario quede pegado como "teniendo conocimiento".

Máxime cuando éste es un Gobierno en el que prácticamente nada se dice y/o hace con los medios de comunicación sin que el Presidente lo sepa de antemano y lo autorice.

¿Para qué las fuentes anónimas?

En EE.UU, según una encuesta reciente, la mayoría de los lectores cree que cuando un periodista usa una fuente anónima está inventando un testimonio. Sin embargo, son más que necesarias para que salgan a la luz cosas que de otro modo quedarían encerradas entre las cuatro paredes oscuras del poder.

Ejemplos sobran, pero el caso Watergate y el de las coimas en el Senado no se hubiesen producido si no se hubiesen utilizado fuentes anónimas.

Cuando una fuente anónima es bien utilizada el resultado es un aporte valioso al debate y al conocimiento público, que es lo que ocurrió con la información dada por Página/12.

En resúmen: no creo que sea lo mismo no decir la fuente que decir "fuentes X que prefieren mantener el anonimato". En los dos casos el lector se queda en blanco respecto de la identidad de la fuente, pero en el último caso al menos sabe de dónde vino.

Lástima que Página/12 se haya olvidado de nombrar a su fuente. Porque si no es un empleado infiel de la SIDE o de algún otro lado, entonces es una operación política.

A mí me queda entonces la duda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me doy por enseñado. Gracias y un abrazo!
P.D.: La semana pasada por esas cosas locas que tiene la profesión, me encontré frente a un comisario del conurbano que, de la misma manera que los periodistas, no podía "citar la fuente" de su información. En otras palabras, la policía descubrió (esperamos que sólo eso) un delito, por lo que se ve en el expediente, "de casualidad"... justo habían ido a averiguar el precio de un bidet que necesitaban para la comisaría y se encontraron con un depósito lleeeeno de tarros de aceite lubricante que justo se habían choreado dos días antes (bueno, en realidad la mitad de los tarros).
Lo más interesante, la declaración de principios del Jefe: "Si no nos manejáramos con buches, nadie descubriría nada." Después me enteré que, por este motivo, los expedientes penales están llenos de delitos descubiertos "de casualidad".