Los posts producto de la indignación instantánea deberían constituir una categoría propia dentro de la larga lista de lo que es mejor no hacer en una bitácora.
En primer lugar, la proximidad entre el medio de recepción y el de emisión (la interné) genera que el tiempo entre que se lee la noticia y se expresa la indignación ante ella sea mínimo, por lo que el pensamiento suele repetir sólo lugares comunes.
He incurrido en éste genero de entradas en otras oportunidades. Prometo tratar de hacerlo lo menos posible. Pero esta noticia me indignó y voy a colocar ésta en el grupo antes mencionado.
Me resulta asombroso que en EE.UU siquiera se discuta la propuesta de Bush de "relajar" las previsiones de la Convención de Ginebra que prohíben las torturas a los prisioneros de Guerra. Y simplemente no entiendo cómo alguien que se dice cristiano pueda defender esas políticas.
Así empieza una declaración de un reverendo (hdp, diría yo) que apoya a Bush.
La administración norteamericana dice que la Convención tiene un lenguaje vago y poco preciso. Especialmente se refieren al Artículo 3, que dice:
La mentira que impulsa Bush busca encontrar una forma de torturar que supere los escollos legales. Es un truquillo al que muchos Estados de su país recurrieron luego de que la Suprema Corte de su país dijera en Furman v. Georgia (1972) que la pena de muerte, tal como era aplicada en ese momento, constituía un "castigo cruel e inusual" y estaba por lo tanto prohibida por la Enmienda Octava.
Así, estados como Texas inventaron la forma no cruel y usual de matar. Ahora Bush quiere encontrar una forma de torturar que los tribunales respalden como "aceptable", tal como volvieron a hacer después de 1977, año de la primera ejecución permitida bajo los nuevos estándares.
En fin.
Siempre supuse que si el mismísimo demonio y/o anticristo se presentara en la Tierra lo haría disfrazandose a él o a su discurso como si fuera el de Dios mismo.
Si Bush dice que habla con Dios, quien sabe, en una de esas, Chávez tiene razón.
Mientras tanto, Argentina manda a éste preso (hay esperanzas).
En primer lugar, la proximidad entre el medio de recepción y el de emisión (la interné) genera que el tiempo entre que se lee la noticia y se expresa la indignación ante ella sea mínimo, por lo que el pensamiento suele repetir sólo lugares comunes.
He incurrido en éste genero de entradas en otras oportunidades. Prometo tratar de hacerlo lo menos posible. Pero esta noticia me indignó y voy a colocar ésta en el grupo antes mencionado.
Me resulta asombroso que en EE.UU siquiera se discuta la propuesta de Bush de "relajar" las previsiones de la Convención de Ginebra que prohíben las torturas a los prisioneros de Guerra. Y simplemente no entiendo cómo alguien que se dice cristiano pueda defender esas políticas.
Así empieza una declaración de un reverendo (hdp, diría yo) que apoya a Bush.
"La Coalición por los Valores Tradicionales le ha pedido al Congreso que apoye el proyecto del presidente Bush de reformar las políticas de tratamiento a prisioneros porque 'esta es una guerra como ninguna otra de las que hemos peleado -- el enemigo no tiene rostro y deliberadamente ataca a inocentes".
La administración norteamericana dice que la Convención tiene un lenguaje vago y poco preciso. Especialmente se refieren al Artículo 3, que dice:
Yo no veo vagedad alguna. Lo que significa es que se debe tratar al ser humano prisionero con la dignidad que se merece por ser humano. Eso significa no degradarlo en esa dignidad ni obligarlo a confesar quien sabe qué mediante la tortura en todas sus formas.
En caso de conflicto armado que no sea de índole internacional y que surja en el territorio de una de las Altas Partes Contratantes, cada una de las Partes en conflicto tendrá la obligación de aplicar, como mínimo, las siguientes disposiciones:
1) Las personas que no participen directamente en las hostilidades, incluidos los miembros de las fuerzas armadas que hayan depuesto las armas y las personas puestas fuera de combate por enfermedad, herida, detención o por cualquier otra causa, serán, en todas las circunstancias, tratadas con humanidad, sin distinción alguna de índole desfavorable, basada en la raza, el color, la religión o la creencia, el sexo, el nacimiento o la fortuna, o cualquier otro criterio análogo.
A este respecto, se prohíben, en cualquier tiempo y lugar, por lo que atañe a las personas arriba mencionadas:
(...)
c) los atentados contra la dignidad personal, especialmente los tratos humillantes y degradantes...
La mentira que impulsa Bush busca encontrar una forma de torturar que supere los escollos legales. Es un truquillo al que muchos Estados de su país recurrieron luego de que la Suprema Corte de su país dijera en Furman v. Georgia (1972) que la pena de muerte, tal como era aplicada en ese momento, constituía un "castigo cruel e inusual" y estaba por lo tanto prohibida por la Enmienda Octava.
Así, estados como Texas inventaron la forma no cruel y usual de matar. Ahora Bush quiere encontrar una forma de torturar que los tribunales respalden como "aceptable", tal como volvieron a hacer después de 1977, año de la primera ejecución permitida bajo los nuevos estándares.
En fin.
Siempre supuse que si el mismísimo demonio y/o anticristo se presentara en la Tierra lo haría disfrazandose a él o a su discurso como si fuera el de Dios mismo.
Si Bush dice que habla con Dios, quien sabe, en una de esas, Chávez tiene razón.
Mientras tanto, Argentina manda a éste preso (hay esperanzas).
1 comentario:
Noo, es too much. Y hay quienes la rechazan sólo porque no es del todo práctica.
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