lunes, septiembre 18, 2006

Todos lo Saben (Nadie Hace Nada)

Hace una semana el diario Página/12 reveló que el diputado peronista Juan José Álvarez pereteneció a la SIDE en la época de la dictadura militar. Su ingreso al organismo de inteligencia fue facilitado gracias a la recomendación de Albano Harguindeguy, ministro del Interior del último gobierno de facto.

El caso recuerda al de Valery Plame, la agente de la CIA cuya identidad secreta fue revelada por la prensa, escámdalo que motivó el encarcelamiento de dos periodistas norteamericanos por negarse a revelar la identidad de sus fuentes de información.

Recordemos cómo reseñamos en su momento ese caso.

"El marido de Valery Plame, Joseph Wilson, era diplomático y tenía una larga carrera en el servicio exterior estadounidense. En 2003, Wilson - quien estuvo en Nigeria investigando una posible venta de uranio a Iraq - criticó el discurso del estado de la unión dado por el presidente George Bush dónde éste cusó a Iraq de querer comprar uranio en África.

Pocos días después, la acusación fue más concreta: el uranio habriá querido ser comprado en Nigeria.

En respuesta a esta insinuación de Bush, Wilson publicó un artículo en el New York Times el 6 de julio de 2003 con un título más que evidente: Lo que no encontré en Irak. Allí acusó al gobierno de Bush de mentir y de manipular datos de inteligencia sobre el programa de armas de Saddam Hussein para justificar una invasión a ese país.

El 14 de julio de ese año, [Robert] Novak publicó su columna, en la que reveló que la esposa de Wilson era miembro de la CIA. Dijo: "Wilson nunca trabajó para la CIA; pero su eposa sí y es experta en armas de destrucción masiva". Esto, por supuesto, puede constituir un delito federal, ya que la identidad de un agente que trabaja de encubierto es vital para mantener sus contactos y SUS fduentes de información. Alegó que dos altos oficiales de la administración dijeron que fue la esposa de Wilson la que sugirió que éste sea enviado a Nigeria".

El escandalete de Valery Plame sonó a una venganza política interna de la adminstración Bush contra Wilson por haber osado decirle mentiroso al presidente.

Pero revelar la identidad de un agente secreto constituye un delito federal, por lo que en la investigación del mismo se hizo comparecer a periodistas de Newsweek y del New York Times que se negaron a revelar sus fuentes de información.

Judith Miller fue presa por ello.

Veamos las similitudes y diferencias entre los dos casos.

1. Maniobra política

El caso de Juanjo Álvarez se parece en eso al de Valery Plame: en los dos se reveló una información que por ley es secreta y en ambos hubo aroma a maniobra política.

En el país del Norte, el principal involucrado es Scooter Libby, el jefe del staff del vicepresidente Dick Cheney. Esta acusado de haber mentido en una investigación judicial y ante investigadores federales.

Acá todavía no hay nadie acusado, y probablemente no lo haya nunca.

Es que, a pesar de las similitudes, hay diferencias importantes.

2. Secreto de las fuentes.

Cómo en EE.UU no hay una norma federal que protega a los periodistas de la obligación de revelar sus fuentes de información en una investigación criminal, la reportera Miller se comió varias semanas de cárcel y así se ganó el título de "mártir de la libertad de expresión".

En Argentina, el artículo 43 de la Constitución Nacional garantiza ese derecho, aunque todavía no hay jurisprudencia de la Corte Suprema sobre la materia que haya evaluado y/o fijado los límites de la garantía, si es que los tiene.

Además --al menos por lo que pude leer por Internet- el diario Página/12 en ningún momento hizo referencia a cómo obtuvo la información y no recurre siquiera a un genérico "fuentes gubernamentales" o "fuentes de inteligencia".

Ni siquiera dice que la carpeta con el legajo interno del diputado "llegó misteriosamente a la redacción".

Esta omisión hace subir las acciones de la teoría que sostiene que todo se trata de una operación política que vino desde la SIDE o desde algún sector del Gobierno con acceso y control sobre la Secretaría. Una operación que fue orientada contra uno de los principales impulsores de la candidatura de Roberto Lavagna para las elecciones de 2007.

3. Calidad de la información.

Aquí vemos dos diferencias fundamentales.

En el caso de Valery Plame, la revelación de su identidad fue al divino botón: ella ni siquiera era parte de la noticia de que se trataba la nota. La revelación de su identidad no revestía tampoco ninguna clase de de interés público.

Por el contrario, la información dada a conocer por Página/12 es sumamente valiosa dsde el punto de vista periodístico, aunque es discutible la forma como la presentó.

¿Por qué es valiosa? Que un diputado de la democracia haya pertenecido a la SIDE durante la época de la dictadura es un dato que el electorado tiene derecho a conocer, máxime cuando la SIDE en esa época estaba involucrada en actividades ilegales que aún hoy investiga la Justicia.

Pero es discutible si la información de la SIDE respecto de sus ex agentes debe ser secreta. El tema del secreto en una República es de por sí espinoso y conflictivo. Pero la información revelada en el caso de Álvarez es de interés público y un whistle blower que la hubiese goteado a la prensa podría haber esperado ser protegido por la garantía constitucional del secreto de las fuentes periodísticas.

Es una lástima que Página/12 se haya "olvidado" de mencionar a la fuente, al menos bajo una fórmula que garantice su anonimato. Eso hace crecer las sospechas sobre faltas éticas por parte de Página/12 en la obtención de la información.

4. La SIDE

Todo ésto nos lleva a la siguiente cuestión.

¿Para qué existe la SIDE en la democracia? Hace poco la definíamos como una especie de polícía secreta. Hace poco Darío Gallo daba una interesante teoría sobre el posible (mal) uso de la organización no sólo para delitos políticos sino para vulgares delitos "contra la propiedad".

En resúmen: todos saben que el organismo funciona para mantener informado al presidente sobre sus enemigos políticos.

Gerardo Young, periodista de Clarín que recientemente publicó un libro sobre la SIDE, dijo a propósito del caso:

"Las carpetas más temibles del sistema político se arman, desde hace por lo menos veinte años, en la Secretaría de Inteligencia. En la poderosa SIDE las hay a montones. Miles y miles de legajos con información pública y privada de los argentinos que alguna vez interesaron al poder: políticos, empresarios, dirigentes sociales, periodistas. Allí están, a disposición del Presidente, que puede conocer todo, o casi, sobre sus aliados y rivales. Una ventaja a la hora de iniciar cualquier negociación. Información al servicio del gobernante.

Néstor Kirchner también tiene una carpeta a su nombre. Pero a diferencia del resto, él pudo verla, pocos días después de asumir el Gobierno. La SIDE tiene la costumbre de entregarle su carpeta al Presidente, como muestra de lealtad, aunque también de advertencia: si fuiste espiado una vez, podrás volver a serlo".

Esta tarea de investigación interna de la SIDE es manifiestamente ilegal. Sin embargo, fue tolerada --al menos- por todos los presidentes de la democracia.

Ahora bien, la existencia de éstas carpetas es algo que ingresó al debate público tal vez a pesar de quien hizo la operación política contra Álvarez. Porque podría pensarse que la carta y el expediente interno del agente JA esté archivado en la SIDE como "legajo interno de un ex empleado".

Y esto no sería delito.

Sin embargo, el tiro de alguna manera les salió por la culata, porque saltó el tema de las carpetas, de las que todos saben y sobre las que nadie hace nada. Hace ya un tiempo Noticias había hablado también sobre el tema, pero la concreta utilización contra un político levantó mucho más polvareda.

De modo que en un país en serio en serio, la revelación del dato de Álvarez debiera hablar no sólo contra él, que ciertamente lo hace, sino contra el presidente Nestor Kichner por permitir que el espionaje interno funcione.

Sólo él, y tal vez el Congreso, tienen la posibilidad de desbaratar a esa mafia de agentes de inteligencia que se llama Secretaría de Inteligencia del Estado.

Tengo la sensación de que no lo va(n) a hacer.

Así estamos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una pregunta, nada más que por ignorancia: ¿cuál es la diferencia ética entre no citar la fuente y citar "fuentes confidenciales del gobierno", por ejemplo?

Anónimo dijo...

Que buena pregunta, Mario, digo, Mariano. Ta tan buena que te via responder en otra entrada dentro de un rato. Abrazo de gol.