
Es el caso del L.A. Times, uno de los tres principales diarios de ese país. Su columnista Michael A. Hiltzik abrió recientemente un blog, pero debió cerrarlo abruptamente luego de que se descubriese que comentó en su propia bitácora --y en otros sitios de Internet- usando un seudónimo. Así, violó el código de ética del diario que obliga a los periodistas a identificarse cuando interactúan con el público.
La cuestión no merecería mayores reflexiones si no fuera por una sagaz observación de Jack Shafer, de Slate. Dice Shafer:
"Yo estoy a favor de la ética, pero el diario quiere que sus escritores se identiquen cuando actúan dentro de la esfera del público. Puedo entenderlo, pero buena suerte tratando de que eso se cumpla en la era del Internet. Ahora hay simplemente muchos lugares dónde esconderse".
Es que el anonimato en la red es una práctica comunmente aceptada, si bien uno tiende a juzgar de diferente manera a aquellos que dan su opinión firmándola de quienes prefieren ocultarse detrás de nombres falsos.
En Estados Unidos, la Corte Suprema ha aceptado que la libertad de expresión incluye el derecho a hablar sin ser indentificado. Claro que en éste caso, el periodistas estaba sometido a un código de ética que específicamente prohíbe la práctica.
H Bustos Domecq fue el seudónimo creado por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares para escribir historias en forma conjunta.
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