sábado, abril 15, 2006

"Hoy marchamos, mañana votamos"

La frase es de Héctor Flores, presidente de la Liga de Ciudadanos Latinamericanos Unidos, una de las tantas organizaciones que convocaron a la marcha a favor de los derechos de los inmigrantes en los Estados Unidos. La manifestación multitudinaria se extendió por las principales ciudades del país del norte y para ver la relevancia de la misma, basta fijarse en las portadas del Washington Post y el New York Times, dos de los diarios más prestigiosos de ese país.

El motivo de la movilización fue reclamar una inmediata solución a la situación precaria en la que viven los miles de inmigrantes ilegales provenientes del los países ubicados al sur del río Bravo.

La minoría latina representa el 14 por ciento de la población norteamericana, y --como dice el Washington Post- la Gran Marcha muestra los primeros pasos de esta comunidad hacia la toma del relevante rol político que le corresponde dentro de la sociedad norteamericana. Así lo afirma esta columna de un periodista negro del Washinton Post. El excelente perfil que el Washington Post hizo al polémico ministro de Justicia Americano de orígen latino Alberto González da cuenta no sólo de una típica historia del "sueño americano" sino del creciente protagonismo que están alcanzando algunas figuras de ésta comunidad.

Las marchas recuerdan a las movilizaciones por los derechos civiles que sacudieron a los EE.UU. en las décadas del 50 y del 60, cuando todavía persistía en los estados sureños la práctica de la segregación racial, instaurada de jure y legitimada por la Suprema Corte de los Estados Unidos en 1896 en el caso Plessy vs. Ferguson. "Separados pero iguales" era el lema de esos días.

De hecho, el padre Michel Kennedy, de la Parroquia Católica de La Placita dijo que la marcha de ayer lo lleva a esos días. "Es lo mismo que cuando Rosa Parks fue arrestada. La gente fue ofendida, su diginidad fue ofendida. Estoy aquí desde 1984 y nunca ví algo así", dijo.

Al igual que ayer, muchos de los aliados de los nuevos oprimidos pueden encontrarse detrás de los altares. La Iglesia Católica se ha ubicado a la cabeza en la defensa del derecho que tienen los inmigrantes ilegales a recibir un trato digno y humanitario.

Y a diferencia de lo que pasó en el movimiento por los derechos civiles del siglo pasado, los medios de comunicación de la comunidad también jugaron un rol importante.

La comunidad hispana, impulsados por al diferencia en el idioma, fue creando importantes cadenas de televisión, emisoras de radio y periódicos "de la comunidad" que sirvieron para mover a las masas, y los instruyeron para llevar banderas norteamericanas en vez de mexicanas y remeras blancas, en símbolo "de paz".

Ya era hora de que los latinos tomaran el lugar político que les corresponde. Nosotros, desde el Sur, somos testigos de un hecho histórico que pone más cerca que nunca antes la posibilidad de tener a un latino en la Casa Blanca.

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