sábado, abril 29, 2006

Fuck! (o esa palabra de cuatro letras)

La palabra que ésta entrada lleva como título es una de las más "significativas" del idioma del Bardo. No lo dijo yo, lo dijo la Suprema Corte de los Estados Unidos en el famoso caso Cohen vs. California: "Lo que es la vulgaridad de un hombre, es la literatura de otro".

Ahora, Christopher Fairman, un profesor de Ohio, se metió de lleno a la cuestión y analizó las implicancias jurídicas de la palabra, que se relaciona a lo obsceno y a las fighting words como categorías de análisis del derecho a la libertad de expresión en el sistema constitucional norteamericano.

Las reglas creadas a partir de la Primera Enmienda a la Constitución implican de por sí un conjunto complejo cuya confusión se manifiesta en ésta ingeniosa frase en la que un autor norteamericano se lamenta de que "un sujeto con cuatro vidas y un ardiente deseo por saber si puede gritar fuck en un teatro lleno de gente va a resultar confundido si busca la respuesta en las decisiones de la Suprema Corte". Sólo para entendidos.

Ahora bien, resumamos las reglas del fuck en la jurisprudencia americana. Puede decirse que la palabra es un discurso ofensivo protegido, salvo que sea una fighting word ("palabra peleadora") o ingrese dentro de la categoría de "obscenidad".

En Chaplinsky vs. New Hampshire, la Corte definió a las fighting words como esos insultos que pueden generar un "inmediato quiebre de la paz" y que no están protegidos constitucionalmente. Luego, aplicó restrictivamente su criterio y dijo que ése tipo de palabras, para estar prohibidas, deben ser "insultos personales directos que provoquen un contra ataque en una persona normal".

Es por eso que en el caso Cohen vs. California, dónde decidió que llevar una campera con la frase Fuck the draft (algo así como a la mierda con el reclutamiento) es una acción protegida. "El Estado, según la 1a y la 14ava enmienda, no puede hacer de la simple exhibición de ésta palabra de cuatro letras una ofensa criminal", dijo el juez John Marshal Harlan II.

Pero tampoco es una palabra obscena, al menos según el test de Miller vs. California en el que la Suprema Corte dijo que algo es obsceno si cumple estos tres requisitos:

1) Una persona común, aplicando estándares de la comunidad contemporáneos, debe entender que la obra, como un todo, apela a un interés o deseo sexual excesivo o malsano.

2) La obra debe mostrar o describir, de un modo patentemente ofensivo, conducta sexual específicamente definida por leyes estatales aplicables.

3) Debe carecer, como un todo, de serio valor científico, literario, artístico o político.


Normalmente, el uso de la palabra no logra ingresar dentro del requisito número uno y no se refiere casi nunca a conductas sexuales propiamente dichas. De modo que la palabra no es obscena.

Hasta ahí las reglas normales de la primera enmienda. El artículo de Fariman indaga más allá y se mete en los usos culturales de la palabra, el origen de la misma y la situación en la radio difusión. Pero ya lo saben, en principio, pueden gritar fuck tranquilamente en los Estados Unidos: los protege su Constitución.

Pero, por las dudas, eviten hacerlo en un teatro cerrado.

Via Concurring Opinions
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