
El editor de The Guardian tiene un blog y recurrió al famoso cuento con motivo de las dudas que generó el anuncio de la policía británica del pasado viernes de que había desarticulado un complejo plan terrorista para volar 10 aviones entre Londres y Nueva York. "Al final, había un lobo", dice Murray Armstrong.
Pero la simpatía de la metáfora no logra disipar las dudas que hay sobre el caso. Por ejemplo, se cree que un sospechoso apresado en Pakistán confesó bajo tortura, acusación que se basa en la creciente sospecha de que EE.UU y sus aliados utilizan territorios extranjeros gobernados por violentos tiranos amigos (léase Pakistán o Arabia Saudita) para torturar a piacere.
A eso se suma la amenaza del Gobierno del Reino Unido a los periódicos que no logren mostrar la suficiente "contención" a la hora de informar sobre el tema ya que --según dice el comunicado de 10 Downing St- "se puede perjudicar la compleja y permanente investigación por la policía y para evitar el riesgo de perjudicar a los procedimientos legales futuros o su resultado".
El texto completo puede leerse aquí.
La prensa estaba entre la espada y la pared. ¿Qué publicar y qué no? La amenaza del Gobierno parecería razonable: no perjudicar la investigación es un interés válido si se cree que el complot no está completamente desarmado.
Debo reconocer que no conozco mucho del sistema inglés de libertad de prensa, pero el comunicado habla de la Ley de Desacato de 1981 y una regla de strict liability, algo así como una especie de 'responsabilidad objetiva'.
En ese caso, el sistema inglés parece estar bastanto alejado de las reglas protectivas de la libertad de prensa que pueden hallarse en nuestro país o en Estados Unidos, que exigen la prueba de la real malicia de un medio de prensa o de un periodista para que éstos puedan ser condenados.
Es decir, mientras aquí ni siquiera la simple culpa del periodista es suficiente para obtener una condena (al menos cuando se trata de figuras públicas) y el desacato es una figura derogada, en Inglaterra basta la prueba del daño para condenar.
Me imagino a los abogados londinenses recomendando a las cabezas de redacción de los medios para los que trabajan la más absoluta auto restricción a la hora de publicar.
Más allá de estos datos, parece que la investigación fue seria, al menos los medios británicos no están señalando el mayor set up de la historia de la humanidad.
Pero lo que reclamaban los diarios en los primeros días era ver las pruebas que justificaban los arrestos.
Para disipar las dudas y mostrar al público que el lobo estaba presente.
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