
Quienes decidieron aceptar esto como una realidad inmodificable han resaltado que este crecimiento del poder del Ejecutivo debería verse acompañado de una mayor labor de control y vigilancia por parte del Congreso, dónde están las minorías que buscarán alcanzar la presidencia en la próxima elección.
De esta idea derivó en 1994 la Auditoría General de la Nación, que está siempre en manos de la oposición y cuya labor es el "control externo del sector público nacional".
Este concepto del Congreso como órgano de control funciona bien desde hace muchísimos años en los Estados Unidos. Recordemos la comisión del Congreso que investigó el caso Watergate, sólo para dar un ejemplo.
Esta facultad del Congreso es la que estará en juego den las próximas elecciones de noviembre.
Como el Partido Republicano controla las dos cámaras (la de representantes y senadores) no hay actualmente investigaciones que indaguen sobre la desastrosa política de Estados Unidos en Irak, por ejemplo.
Si en noviembre los demócratas se hacen con el control de alguna de las cámaras, el último año del mandato de George Bush en la Casa Blanca prometería ser bastante movidito. Y algunas encuestas indican que podrán salirse con la suya.
Recordemos: el Congreso tiene el poder de "citar" a declarar en carácter de testigos a cualquier persona de la administración.
Y las audiencias pueden ser televisadas.
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